La Torre Nueva


Para comenzar el blog, he escogido analizar un caso local de relevancia, la Torre Nueva de Zaragoza, derrumbada a finales del XIX.

Esta construcción fue realizada a principios del siglo XVI por orden del Concejo de la ciudad, y su diseño se encargó al arquitecto Gabriel Gonvao y a los siguientes maestros: Juan de Sariñena, Ince de Gali, Ezmel Balladaz y el maestre Monferriz. La decisión de erigir esta torre fue tomada por la necesidad de albergar un reloj que sirviese como medidor de tiempo para los ciudadanos, y tras su construcción pasó a ser la primera torre civil de Zaragoza.


The leaning tower, John Frederich Lewis, 1834. Extraído de: http://oa.upm.es/47549/1/TFG_Villar_Martin_Daniel.pdf

Las obras comenzaron en 1504, y el proceso duró tan solo 15 meses. Debido a la rapidez con la que se realizaron los cimientos, el lado sur fraguó antes que el norte, generando tensiones que provocarían la posterior inclinación de la torre.

El edificio se encontraba en un lugar céntrico de la ciudad, en la esquina norte de la Plaza San Felipe. Fue una construcción de planta estrellada, realizada en ladrillo y con estilo mudéjar, sirviendo como modelo para torres posteriores como la de Santa María de Calatayud

Vista de la torre en torno a 1875, J. Laurent. Extraído de: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Torre_Nueva,_Zaragoza,_VN-03331_P.jpg

En sus más de 400 años de vida, la torre sufrió varias modificaciones, la mayor parte relacionadas con el refuerzo de la misma, debido a su inclinación, pero también numerosos cambios estilísticos en su chapitel. 

Durante los Sitios de Zaragoza (1808-1809), la construcción cobró importancia ya que fue utilizada como atalaya para vigilar y advertir sobre los movimientos de las tropas francesas. A mediados de este mismo siglo, algunos viajeros románticos escribieron y realizaron grabados sobre ella, dándola a conocer como ``la torre inclinada española´´.

A mediados del siglo XIX se produjeron desprendimientos importantes en la torre, dejando dañado el edificio. Este acontecimiento provocó en los vecinos un temor creciente a que se desplomase, por lo que el arquitecto municipal José de Yarza y Mañana tuvo que reforzar la parte inferior de la torre. Poco tiempo después, comenzó a gestarse entre los vecinos la idea de derrumbarla, a pesar de que muchos personajes notables quisiesen frenarla. Como consecuencia, el Ayuntamiento acordó su derribo en 1892.

Hoy en día, como homenaje a la torre, podemos encontrar una marca en el pavimento de la Plaza San Felipe, señalando su perímetro, y una escultura de un muchacho sentado observando el lugar donde estuvo situada. Además, si te sitúas junto a la escultura del muchacho, mirando hacia el lugar donde estuvo situada, podrás observar en un edificio a pocos metros de la plaza, una pintura mural de la misma. 


Vista actual de la plaza San Felipe, donde se puede ver el muchacho sentado, el perímetro donde estuvo situada y la pintura mural. Extraído de: http://patximendiburu.blogspot.com/2018/06/la-calle-ancha-y-la-torre-nueva.html

Para los más curiosos, existe un pequeño museo dedicado a la Torre Nueva en Montal, un comercio situado en la plaza San Felipe, donde están expuestos grabados y fotografías de la misma. 



Espero que os haya gustado el post. ¡Hasta la próxima!



Bibliografía:




Comentarios

  1. Hola, Clara, me alegra que hayas querido empezar tu blog hablando sobre la Torre Nueva, porque me parece un ejemplo evidente de la necesidad de involucrar a la población para la conservación del patrimonio. Creo que si se le hubiera transmitido a los ciudadanos la relevancia patrimonial de esta torre, su destino habría sido muy distinto. ¿Tú qué opinas?
    Seguiré atenta a tus publicaciones.

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    1. Estoy de acuerdo contigo Silvia, en la mayoría de los casos que se derriban monumentos la sociedad no es consciente del gran valor patrimonial que poseen, aunque parece que hoy en día hay un mayor compromiso ciudadano cuando se dan este tipo de propuestas de derribo. :)

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